13/12/11

Empleo decente para los jóvenes

Parte del compromiso de las Metas del Milenio de las Naciones Unidas,  es: “En cooperación con los países en desarrollo, elaborar y aplicar estrategias que proporcionen a los jóvenes un trabajo digno y productivo”, siendo la tasa de desempleo juvenil el indicador con el cual se evaluará esta meta. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) única institución internacional de carácter tripartito: sus delegaciones nacionales están compuestas de representantes de los gobiernos, los empresarios y los trabajadores con 183 países miembros, planteó en la 98ª. Conferencia Internacional del Trabajo, el Pacto Mundial para el Empleo. El núcleo del mensaje es que la respuesta a la crisis internacional debe asentarse en la generación de empleo decente. 

Y es precisamente la ausencia de trabajo decente entre los jóvenes, un elemento medular en la determinación de los círculos de generación de la pobreza y en el deterioro de la cohesión social. Cuando los jóvenes son excluidos de las esferas de la educación y del trabajo, las bases sociales de la gobernabilidad democrática se deterioran. Hay una relación marcada entre la incapacidad de los países para brindar una trayectoria de vida educativa y laboral apropiada a su juventud y los problemas de violencia, falta de seguridad y anomia del conjunto de la sociedad.

La trayectoria de los jóvenes desde los inicios de su educación hasta lograr un trabajo decente viene determinada por sus opciones de estudio y trabajo y por las condiciones en las que el trabajo se desarrolla. Los jóvenes siguen teniendo tasas de desempleo significativamente más altas que los adultos. La vulnerabilidad al desempleo que tienen los jóvenes es la cara más visible de las desventajas juveniles. La última edición – 2009 - del Panorama Laboral de la Oficina Regional de OIT,  muestra que en diversos países con información disponible el desempleo juvenil adquiere dimensiones sumamente elevadas.

El diálogo social ha sido reconocido como un pilar de la democracia y no solamente  como un ejercicio útil para el intercambio de opiniones y propuestas entre actores; por ello, en la formulación y ejecución de las políticas de educación y empleo es muy importante involucrar a los propios jóvenes, nadie mejor que ellos para definir sus necesidades, orientar el diseño de nuevas estrategias y plantear caminos innovadores. Esa participación deja de considerar a los jóvenes como objetivos o beneficiarios de las políticas y reconocerlos como actores de su propio desarrollo.

En el intercambio de ideas, dialogo y experiencias sobre el empleo de los jóvenes  coincido  en dar prioridad a la inversión productiva, a la mejora de los niveles educativos, a la empleabilidad y al trabajo decente de los jóvenes. Compartimos la ambición de elaborar políticas que faciliten trayectorias laborales y personales exitosas, en beneficio de una mejor integración de los jóvenes en el mercado laboral y de un mejor aprovechamiento del capital humano de las nuevas generaciones. 

 Es por eso que deben aplicarse en corto plazo medidas concretas que consideren a los jóvenes como un activo para el desarrollo de su país, pues la prosperidad y la cohesión social  dependen en gran medida de la contribución de los jóvenes al crecimiento y al desarrollo.


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